Caperucita Roja
Había una vez una adorable niña llamada Caperucita Roja. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas y flores. Un día soleado, su madre le dijo:
"Caperucita, tu abuelita está enferma. ¿Podrías llevarle esta cesta llena de comida y medicinas?"
"¡Claro que sí, mamá! Iré a visitar a la abuelita y le llevaré estos alimentos", respondió con una sonrisa.
Su madre la miró con cariño y le advirtió muy preocupada porque sabía que podía haber peligros en el camino:
"Recuerda, Caperucita, no te desvíes del camino y no hables con extraños. Ve directamente a la casa de la abuelita".
Caperucita asintió y comenzó su camino hacia la casa de su abuela, que se encontraba al otro lado del bosque. Mientras caminaba alegremente, sin sospechar lo que le esperaba, un lobo astuto se cruzó en su camino.
Caperucita Roja entra al bosque
Mostrándose gentil y amigable, el lobo le preguntó a la niña:
“Hola pequeña niña, ¿cómo te llamas?”
La pequeña Caperucita contestó con su nombre, pero no se detuvo en ningún momento para hablar con él.
"¡Pero pequeña Caperucita Roja! ¿A dónde vas con tanta prisa?", preguntó el lobo con una sonrisa traviesa.
Caperucita se detuvo, y miró al lobo con cautela y desconfianza.
"Voy a visitar a mi abuelita, que está enferma. Llevo comida y medicinas para ayudarla a sentirse mejor", respondió.
El lobo, con malas intenciones, decidió aprovecharse de la situación.
“Oh, qué amable eres, Caperucita. Pero, ¿sabes qué? Podrías recoger algunas flores frescas en el bosque para alegrar el día de tu abuelita. Te mostraré un camino más corto para que llegues más rápido”, dijo el lobo, señalando un sendero apartado.
Caperucita, confiada y sin sospechas, siguió al lobo por el camino alternativo. Mientras caminaban, él se adelantó diciéndole que tenía que hacer un mandado y llegó antes que ella a la casa de la abuelita.
Cuando el lobo llegó, golpeó la puerta y se hizo pasar por su nieta.
"Abuelita, soy yo, Caperucita Roja. He venido a visitarte", dijo el lobo tratando de imitar la voz de la niña.
La señora, que estaba en cama descansando, no sospechó nada y le dijo que entrara. Sin perder tiempo, el lobo se abalanzó sobre la abuelita y se la comió de un solo bocado.
Caperucita se encuentra con su “abuelita”
Cuando la niña finalmente llegó a la casa, tocó la puerta suavemente. El lobo, disfrazado con la ropa de la abuelita, respondió:
"Pasa, querida Caperucita".
La inocente niña entró, sin sospechar nada, y se acercó a la cama de su abuela, con la pequeña cesta en la mano.
"Abuelita, he traído comida y medicinas para ti", dijo con una voz suave.
El lobo, intentando imitar la voz de la abuelita, respondió:
"Gracias, querida. Acércate más, no puedo ver bien".
Caperucita se acercó y notó algo extraño en los ojos y los dientes de su abuela.
"Abuelita, ¿por qué tienes esos ojos tan grandes?", preguntó Caperucita.
"Es para verte mejor, mi querida", respondió el lobo, tratando de imitar la voz.
"Abuelita, ¿por qué tienes esas orejas tan grandes?", preguntó Caperucita de nuevo.
"Es para escucharte mejor, mi cielito", respondió el lobo, lamiéndose los labios.
"Abuelita, ¿por qué tienes esos dientes tan grandes?", preguntó Caperucita, cada vez más asustada.
El lobo, que ya no podía contenerse más, saltó de la cama mostrando sus afilados colmillos.
"¡SON PARA COMERTE MEJOR!", gruñó el lobo.
El cazador llega a salvarlas del lobo
En ese preciso momento, un valiente cazador que pasaba por allí escuchó los gritos y rápidamente entró en la casa.
"¡Detente, lobo malvado!", exclamó el cazador, desenvainando su cuchillo.
Sin dudarlo, el cazador abrió la puerta de la casa y vio al lobo junto sentado en la cama y atacó al lobo, liberando a Caperucita y a su abuelita.
Caperucita y su abuelita se abrazaron, agradeciendo al cazador por salvar sus vidas. El cazador les explicó que había estado siguiendo al lobo desde que vio su sospechoso comportamiento en el bosque.
"¡Gracias por salvarnos!", exclamó Caperucita con una sonrisa de alivio.
El cazador sonrió y respondió:
"Es mi deber proteger a los inocentes de las criaturas malvadas. Me alegra haber llegado a tiempo".
Juntos, el cazador, Caperucita y su abuelita se sentaron alrededor de la mesa y disfrutaron de la comida que la dulce niña había llevado. Mientras compartían historias y risas, su salvador les recordó la importancia de ser cautelosos en el bosque y no hablar con extraños.
Desde aquel día, Caperucita Roja aprendió una valiosa lección sobre la importancia de seguir las instrucciones de sus padres, no desviarse del camino y estar alerta ante posibles peligros.
Caperucita, su abuelita y el cazador se convirtieron en grandes amigos y prometieron cuidarse mutuamente. Y así, vivieron felices y seguros, recordando siempre la valentía y la importancia de estar atentos en el bosque.
¿Qué enseñanza nos deja?
La moraleja de esta historia es que siempre debemos ser cuidadosos y seguir las instrucciones de nuestros padres, así como pedir ayuda cuando la necesitemos.
Caperucita Roja aprendió una valiosa lección y se convirtió en una niña más sabia y cautelosa. Y a partir de ese día, nunca más se encontró con el lobo en el bosque.
Recuerden, queridos niños, siempre escuchen a sus padres, sigan las reglas y sean cautelosos cuando estén fuera de casa.
Preguntas frecuentes:
Leer cuentos infantiles en familia ofrece múltiples beneficios, como estimular la imaginación y la creatividad de los niños, mejorar sus habilidades lingüísticas y su vocabulario, fortalecer el vínculo afectivo entre padres e hijos, promover el desarrollo emocional y social, y ayudarles a desarrollar el gusto por la lectura.
Para que el momento de leer cuentos en familia sea más divertido y participativo, puedes involucrar a los niños en la elección de las historias. Anímales a hacer preguntas y comentarios, utilizar diferentes voces y gestos para dar vida a los personajes, y crear un espacio acogedor y cómodo para disfrutar juntos de la lectura.
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