La Cenicienta
Un hombre rico tenía una familia hermosa, compuesta por su esposa y su hija. Sin embargo, un día su mujer se enfermó mucho, y cuando vio que se acercaba su fin, llamó a su hija única y le dijo:
“Querida hija, sé piadosa y buena, Dios te protegerá desde el cielo
y yo no me apartaré de tu lado y te bendeciré.”
Poco después cerró los ojos y murió. La niña iba todos los días a llorar al lugar de descanso de su madre y continuó siendo siempre piadosa y buena.
Llegó el invierno y la nieve cubrió el sepulcro con su blanco manto, pasó la primavera y el sol iluminó las flores del campo y el padre de la niña se casó de nuevo.
Años después, aquella tierna niña llamada Cenicienta, vivía con su padre, su madrastra y sus dos hermanastras malvadas. Ella era una chica amable y gentil, pero su vida no era fácil. La obligaban a hacer todas las tareas del hogar y la trataban como si fuera invisible.
Cenicienta encontraba consuelo y alegría en sus amigos del bosque: los pájaros, los ratoncitos y otros animales. Siempre que podía, escapaba a un rincón tranquilo del jardín para pasar tiempo con ellos y recordar a su mamá.
Un día, el rey del reino decidió organizar un gran baile en el castillo. La noticia se esparció rápidamente por todo el pueblo, y Cenicienta no pudo evitar emocionarse. Siempre había soñado con asistir a un baile real y con encontrar a su príncipe encantador.
Cuando Cenicienta se acercó a su madrastra y sus hermanastras para preguntar si podía ir al baile, estas se rieron cruelmente.
La madrastra, Lady Tremaine, le dijo: "Tú, Cenicienta, ¿¡ir al baile!’ ¡Ni siquiera tienes un vestido adecuado!".
Anastasia, una de sus hermanastras respondió riéndose: "Sí, además, solo las chicas hermosas y sofisticadas como nosotras pueden asistir".
Entonces la otra hermanastra, Drizella, agregó: "Y los príncipes solo quieren bailar con chicas como nosotras, no con criadas como tú".
Cenicienta se retiró a su habitación, desanimada y triste. Pero justo cuando creía que su sueño se desvanecería, una hermosa luz dorada iluminó la habitación. Era su Hada Madrina, una encantadora mujer vestida de brillantes ropas.
“Querida Cenicienta, he oído tus deseos y estoy aquí para ayudarte. Quiero que vayas al baile real y te diviertas como una princesa.”
Cenicienta no podía creer lo que veía, pero estaba emocionada por la oportunidad de asistir al baile.
Cenicienta le respondió: "Oh, Hada Madrina, ¿cómo podré ir al baile si no tengo un vestido?".
Ella sonrió y agitó su varita mágica. En un instante, el vestido desgastado de Cenicienta se transformó en un hermoso vestido azul, con faldas de seda y adornos de encaje.
"¡Ahora, necesitamos unos zapatos de cristal para ti!".
El Hada Madrina tocó los pies de Cenicienta con su varita y aparecieron unos delicados zapatos de cristal.
Ella le advirtió a la joven, que no paraba de sonreír: "Recuerda, Cenicienta, esta magia solo durará hasta la medianoche. Asegúrate de regresar antes de que el último campanazo suene".
Cenicienta asintió emocionada y agradeció al Hada Madrina por su amabilidad.
Cuando llegó la noche del baile, se despidió de sus amigos del bosque y partió hacia el castillo. Al llegar, todos quedaron maravillados por su belleza, incluido el príncipe. Él se acercó a Cenicienta y le ofreció bailar.
“¿Me concedería esta danza, señorita?”
Cenicienta aceptó con una sonrisa y se sumergió en la música y el baile. Bailaban y reían juntos, parecía como si estuvieran flotando en una nube de felicidad.
Mientras tanto, en el jardín del castillo, los amiguitos animales de Cenicienta estaban preocupados por su partida. Los pajaritos volaron alrededor del Hada Madrina, buscando respuestas.
Un Pajarito le preguntó al Hada Madrina: “Oh, Hada Madrina, ¿dónde está Cenicienta? ¡Estamos preocupados por ella!”
Mientras tanto
A lo que le respondió: “No se preocupen, mis pequeños amigos. Cenicienta está bien y está disfrutando del baile”
Los amigos animales se sintieron aliviados y esperaron ansiosos el regreso de Cenicienta.
Durante el baile, Cenicienta y el príncipe conversaron y rieron juntos. Se sentían tan cómodos el uno con el otro, como si se conocieran desde siempre.
El príncipe le dijo a Cenicienta: “Eres diferente a las demás, Cenicienta. Eres amable y dulce”.
Ella le respondió: “Gracias, príncipe. Tú también eres amable y gentil”.
El tiempo volaba y Cenicienta se dio cuenta de que la medianoche se acercaba rápidamente: “¡Oh no! Debo irme antes de que sea demasiado tarde”, pensó la joven
Y cuando estaba a punto de irse, el príncipe la detuvo y le preguntó: “Espera, ¿por qué te vas tan pronto? Ni siquiera sé tu nombre”
A lo que ella le respondió: “Lo siento, príncipe, pero no puedo quedarme. Mi tiempo aquí ha terminado”
Cenicienta escapó rápidamente, dejando al príncipe desconcertado. En su prisa, perdió uno de sus zapatos de cristal en las escaleras.
Al día siguiente, el príncipe decidió encontrar a la misteriosa dama que se había robado su corazón. Ordenó a sus sirvientes que buscaran por todo el reino a la chica cuyo pie encajara perfectamente en el zapato de cristal perdido.
Los sirvientes llegaron a la casa de Lady Tremaine y presentaron el zapato de cristal a Anastasia y Drizella. Ambas intentaron meter sus pies en el tacón, pero era demasiado pequeño.
Un sirviente le preguntó a la madrastra si no había nadie más en esta casa
A lo que las dos hermanastras, Anastasia y Drizella, respondieron:
“Solo está Cenicienta, pero ella es solo una criada, es imposible que sea dueña de ese zapato”
El príncipe decidió probar el zapato de cristal en Cenicienta. Cuando ella se lo puso, encajó perfectamente.
El príncipe emocionado, dijo
“¡Eres tú! ¡La chica del baile! ¡Te he encontrado!”
Cenicienta encanta le respondió
"¡Sí, soy yo! El amor verdadero siempre encuentra su camino".
El príncipe, feliz de haber encontrado a su amada, la llevó al castillo, donde se casaron y vivieron felices para siempre.
Cenicienta nunca olvidó a sus amigos animales y a su Hada Madrina. Siempre estuvo agradecida con ellos por su ayuda y magia. Y, aunque vivía en un castillo, nunca perdió su amabilidad y bondad.
¿Qué enseñanza nos deja?
La historia de Cenicienta nos enseña que, incluso en las situaciones más difíciles, debemos mantener la esperanza y ser amables con los demás. También nos muestra que lo que dicen los demás sobre nosotros no determina nuestro valor y que, con la ayuda de nuestros amigos y nuestra determinación, podemos superar cualquier obstáculo y alcanzar nuestros sueños.
Preguntas frecuentes:
Leer cuentos infantiles en familia es fundamental para el desarrollo de los niños. Ayuda a fortalecer el vínculo afectivo, estimula la imaginación, fomenta el amor por la lectura y mejora las habilidades lingüísticas y cognitivas.
Se recomienda comenzar a leer cuentos infantiles en familia desde una edad temprana. Aunque los bebés no comprendan las palabras, escuchar el tono de voz y disfrutar de la experiencia de estar juntos fomenta el amor por la lectura y crea un ambiente propicio para el desarrollo cognitivo y emocional del niño.
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